El título de este escrito es “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida” que es una frase que aparece por única vez en el Evangelio de San Juan. ¿Qué significa? Es lo que vamos a tratar de explicar en estas páginas.

La frase de Jesús Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida tiene que ser leída en su trama. La frase forma parte del discurso de despedida de Jesús en la última cena a la espera del cumplimiento de una promesa de retornar, cuando Jesús dijo que debía ir a la casa del Padre a preparar un lugar para sus discípulos.

Hay un género literario que lo llaman discursos de despedida. Ya en la antigüedad estaba muy difundido, y esto tanto en el mundo grecorromano como en el mundo judío.

La frase que analizamos se encuentra en el capítulo 14 del Evangelio de Juan y para poder determinar su sentido vamos a analizarladentro de los versículos 1 al 11 que componen una pequeña unidad literaria.

Vr. 1: No se turbe corazón de ustedes. Crean en Dios y crean también en mí.

Esta despedida de Jesús sorprende y entristece a sus discípulos (los anuncios se refieren a su muerte). Esta disposición del ánimo de los discípulos se agudiza aún más con el anuncio de la negación de Pedro que ocurrió en la escena inmediatamente anterior. El único remedio válido contra la tristeza es la fe.

La frase imperativa de Jesús, que trata de impedir la turbación de los discípulos poniendo su confianza en Dios, viene seguida de una nueva exhortación, en la que se repite el verbo creer: de la misma forma que se cree en Dios hay que creer en Jesús.

La expresión corazón, de acuerdo con la antropología semítica, designa la disposición anímica, aunque es a la vez, la sede de la voluntad y de la decisión. La fe de los apóstoles está amenazada, por eso sigue inmediatamente la exhortación a creer.

Vr. 2: En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar.

Este versículo puede dividirse en dos partes. En la primera Jesús dice las palabras que dan sustento a lo dicho en el v1; son palabras en las que deben apoyarse los discípulos para alejar la turbación de su corazón. El término griego que se traduce por habitación, morada es moné, derivado del verbo méno (permanecer), que suena como lugar de permanencia. Este verbo méno es uno de los preferidos en el Ev Jn; lo usa para indicar la relación recíproca entre Jesús y sus discípulos.

La casa del Padre de Jesús es el ámbito de Dios; en este ámbito hay muchos lugares en donde los discípulos pueden morar. Aquí Jesús trata de infundirles ánimo anunciando su partida a la casa del Padre. La casa de mi Padre ha de entenderse probablemente como el Cielo. El muchas significa que hay lugar para todos. Esa frase contiene la idea de la casa paterna en la que hay sitio, como en una gran familia, para todos los hombres. Jesús, con su muerte es el primero que ingresa en el Reino del Padre precediendo a los suyos.

Vr. 3: Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los tomaré conmigo, para que donde esté yo estén también ustedes.

Jesús habla de su futura glorificación utilizando metáforas de desplazamiento espacial: Él se va. El alejamiento de Jesús va a ser temporal y debe alegrar a los discípulos porque va hacia la gloria del Padre, para prepararles un lugar en el que ellos puedan compartir la gloria con Él. Jesús entrará en la gloria del Padre como el que nos prepara el camino: nos precede como primogénito de todos los que están llamados a participar de la vida gloriosa. La preparación del lugar se identifica con la participación de la gloria del Cristo resucitado que el discípulo comienza a recibir a partir de la Pascua.

Vr. 4: Y a donde voy, ya conocenel camino

Se introduce aquí un nuevo tema. El final de la frase, introduce el tema del camino. Los discípulos no entienden nada e interpretan este lenguaje metafórico de Jesús como un itinerario terrenal.

Vr. 5: Le dijo Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿Cómo podemos saber el camino?

Tomás confiesa en nombre de todos, que ignora el lugar hacia dónde va Jesús; con mucha más razón el camino para llegar. Aquí se muestra un recurso literario del evangelista para dar ocasión a que Jesús profundice mejor lo ya expresado.

Vr. 6: Respondió Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

La respuesta de Jesús comienza con un Yo Soy muy solemne que indica su autoridad divina porque era el modo de presentarse Dios en el Antiguo Testamento. El primer termino es Camino y se une con la segunda parte del versículo (nadie va al Padre sino por mi), de modo que la verdad y la vida quedan como un paréntesis que explicita el significado de camino. La segunda parte del versículo nos muestra a Jesús como el único acceso al Padre, siendo Él el único que nos lo puede mostrar.

En Israel se enseñó que los caminos de Yahvé son sus mandamientos; éstos son los que conducen a la vida (Jer 2,33;5,4-5. Sal 119). También se insiste en que los caminos de Yahvé son las obras que Él realiza para salvar a su pueblo. Jesús no se presenta como una guía moral ni como un jefe al que los discípulos deban seguir. Jesús se presenta como la única ruta hacia la salvación. Cuando Jesús dice que Él es el camino anuncia no sólo su identidad, sino también su misión: es el único que puede llevarnos y mostrarnos al Padre.

Jesucristo es el Camino porque Él es la Verdad que en sentido bíblico es la que revela el misterio de Dios, en este sentido, Jesús es la revelación del Padre. A su vez Jesús es la Vida. La Vida es propia de Dios y está en La Palabra (1,4). A lo largo del EvJn Jesús ya se había mostrado como la Vida (11,25). Él mismo es la Vida de Dios que se hace presente en el mundo. Los sustantivos camino, verdad y vida que se aplican a Cristo son para mostrar su función de mediador, revelador y salvador.

Vr. 7: Si me conocen a mí, conocen también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto.

En el versículo anterior había una promesa indirecta: llegar al Padre; que ahora se hace explícita con el conocen al Padre. La condición de esto es lograr el acceso por Jesús.

No conocen al Padre los que se niegan a reconocer a Jesús como su enviado. El conocimiento tiene el sentido semítico, que no se limita a lo intelectual sino que se extiende también a la experiencia. La intimidad de Jesús implica intimidad con el Padre.

Los discípulos al conocer a Jesús, han llegado a conocer al Padre. Todo el ministerio de Jesús ha consistido en hacer conocer al Padre.

Vr. 8: Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”.

Felipe usa el plural muéstranos como si hablara en nombre de todos. Felipe pide ver al Padre, a quien ningún hombre puede ver sin morir (Éx 33,20). Felipe demuestra que no entendió lo que dijo Jesús en el versículo anterior. Pero también es un recurso literario para profundizar la respuesta.

Parece ser que Felipe quiere tener una visión de tipo teofánica (aparición gloriosa de Dios), como las que se daban en la antigua alianza, tal vez como lo hizo Moisés en Éx 33,18, quien suplicaba a Dios que le mostrara su gloria.

Vrs. 9-10: Respondió Jesús: “¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?10¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que les digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras”.

La respuesta de Jesús aclara definitivamente cómo se llega al Padre por Jesús. Jesús le recuerda a Felipe el largo tiempo que llevan juntos, y junto con ello sus obras y palabras. Al igual que lo ocurrido en 6b, la sentencia está formulada de tal modo que los que lean el texto se sientan aludidos, de modo que no busquen experiencias visionarias ni unión directa con el Padre. Tales teofanías y visiones no tienen razón de ser ahora que la Palabra, que es Dios, se ha hecho carne. Al ver a Jesús, se ve a Dios.

En el v10 reaparece el tema del creer. Esta fórmula de inmanencia es un recurso lingüístico para describir la perfecta unidad entre el Padre y Jesús.

Para ver al Padre en el Hijo hay que tener fe, hay que creer en la unión mutua entre ambos. La mutua presencia entre el Padre y el Hijo fundamenta la afirmación posterior que hace Jesús: Las palabras que les digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Cuando habla Cristo, habla el Padre; cuando realiza signos, está en obra el poder del Padre. Los dos últimos versos de este v10, unen palabras y obras como testimonios de la unión de Jesús con el Padre.

Vr. 11: Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, créanlo por las obras.

Este versículo repite el v10 con una llamada más directa a creer. La respuesta que Jesús le da a Felipe se abre a todos los oyentes y termina con un imperativo: es necesario creer a Jesús cuando afirma su unidad con el Padre.

CONCLUSIÓN

Nuestra frase Yo Soy el Camino la Verdad y la Vida se inserta en el discurso de despedida de Jesús a sus discípulos. La despedida consiste en que Jesús afronta la muerte y la glorificación. Jesús invita a creer en Dios y creer en Él y a no entristecernos porque el vuelve al Padre para volver y llevarlos con Él a la casa del Padre donde hay lugar para todos. Por eso la promesa a sus discípulos es que ellos también van a poder permanecer en la casa del Padre, para ello tienen que creer y aceptar a Jesús. Por este motivo se presenta como el Camino, es decir, como el único que nos puede salvar y llevarnos a la casa del Padre. A su vez es el único que es capaz de revelar los misterios de Dios ocultos desde siempre y por eso se presenta como la Verdad, es Él el revelador del Padre: su vida, sus obras, sus signos, sus palabras muestran al Padre. A su vez, creyendo y aceptando a Jesús es como obtenemos la vida divina, la misma vida de Dios que nos posibilita morar en la casa del Padre y por eso se presenta como la Vida.

La función del camino es llevarnos a la meta, en este caso es la Gloria de Dios. Sólo a través de Jesús se puede entrar en contacto con el Padre, que para conocer a la primera Persona de la Trinidad nos basta con ver al Hijo.

Tomar el camino que es Jesús es creer en él, es decir, transitar por Jesús se consigue por la fe, con un confianza total en sus palabras y en su persona, quien cree en Jesús conoce a Jesús y de esta forma se revela al Padre. Este transitar por Jesús que nos revela al Padre nos conduce a la vida, vida divina que asegura la permanencia eterna en la casa del Padre

Finalmente, en esta perícopa el Señor nos invita a ver lo que hizo para que creamos. Él se ha mostrado al mundo como Hijo de Dios por hacer las obras que el Padre le ha confiado. Precisamente porque Él vuelve a su Padre y porque volverá un día, deja un tiempo de presencia misteriosa en donde los creyentes, si creen en Él, pueden hacer sus mismas obras, y aún mayores, que son la comunicación de la verdad y la vida de Jesús al mundo, esto es anunciar la Palabra para que otros crean (17,20), y creyendo, tengan vida (20,31).

Escribe: Pbro. Sergio Rubiolo