Con motivo de la 11ª edición de “24 horas para el Señor”, el Papa Francisco acudió este viernes por la tarde a la iglesia de San Pío V, al oeste de la Ciudad Eterna. Allí confesó a los feligreses durante aproximadamente media hora.

“La lepra del pecado manchó nuestra belleza, limpiémonos de la deshonestidad y la falsedad”, exhortó el Obispo de Roma durante la celebración. También invitó a los confesores a conceder siempre el perdón a quien lo pida. “Pongamos el perdón nuevamente en el centro de la Iglesia”, instó.

Recuperado de la gripe que le afectó estos últimos días, Francisco presidió la tradicional liturgia penitencial y administró el sacramento de la reconciliación como cada Cuaresma.

El pontífice fue recibido, en el popular barrio de Aurelio, por los feligreses de la parroquia y por miembros de la comunidad católica siromalabar, que se reúnen allí a menudo para celebrar.

El sucesor de Pedro se tomó el tiempo para saludarlos y fue aplaudido al ingresar al templo. Con su estola morada dio inicio a la celebración penitencial y, con voz aún ronca, pronunció él mismo la homilía.

 

La reflexión del Papa se centró en el concepto de “vida nueva”, que es el tema de esta undécima edición de “24 horas para el Señor”. Una vida nueva que es don del sacramento de la reconciliación, “el sacramento de la curación y de la alegría”, como lo define el Santo Padre.

Esta vida nueva dada por Cristo quita con el perdón “todo lo viejo” y “las cosas feas” que habitan en el alma de cada persona, explicó. El perdón de Dios “nos vuelve a unir, nos limpia por dentro, devolviéndonos a la condición de nuestro renacimiento bautismal”, describió el Papa, pero advirtió que, si bien es necesario tener corazones abiertos y contritos – como el leproso que clamó a Jesús: “Si quieres, puedes limpiarme” – nuestros propios esfuerzos no son suficientes. “Sólo Dios conoce y sana el corazón; sólo Él puede librarlo del mal”.

El Sacramento como fundamento de la existencia cristiana
“No le entristezcamos; no pospongamos nuestro encuentro con su perdón, porque sólo si Él nos pone de nuevo en pie podremos retomar el camino y ver la derrota de nuestro pecado, borrado para siempre”, aseguró el Papa. “No abandonemos el perdón de Dios, el Sacramento de la Reconciliación”, que no es sólo un ejercicio devocional, sino “el fundamento de la existencia cristiana”, enfatizó.

Francisco invitó a los sacerdotes a conceder siempre el perdón a quienes lo piden y a ayudar a quienes tengan miedo de confesar sus pecados “a acercarse con confianza al Sacramento de la curación y de la alegría”.

Finalmente, el Papa recordó a los fieles que Jesús puede purificar todas las faltas, invitándolos a confesarse con la oración: “Jesús, creo que tú puedes purificar. Creo que necesito tu perdón. Renuévame y volveré a caminar en una vida nueva”.