Por AICA.

El Papa Francisco criticó hoy la dilución de la percepción del mal en Occidente, invitando a los cristianos a “tomar en serio” el desafío de combatir las “atrocidades” de la humanidad actual.

Durante su audiencia general de este miércoles 10 de abril, el pontífice continuó su serie de catequesis sobre las virtudes y los vicios, enfocándose en la tercera de las virtudes cardinales, la fortaleza, a la que presentó como la más “combatiente”, diciendo que, sostenida por la gracia, puede alimentar nuestros esfuerzos diarios y acercarnos a Dios.

“Basta hojear un libro de historia, o desgraciadamente también los periódicos, para descubrir las atrocidades de las que somos en parte víctimas y en parte protagonistas: guerras, violencia, esclavitud, opresión de los pobres, heridas nunca curadas que aún sangran. La virtud de la fortaleza nos hace reaccionar y gritar un ‘no’ firme a todo esto”, declaró el pontífice a los miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

“En nuestro cómodo Occidente, que lo ha diluido todo un poco, que ha transformado el camino hacia la perfección en un simple desarrollo orgánico, que no necesita luchas porque todo parece igual, a veces sentimos una sana nostalgia por los profetas. Pero las personas incómodas y visionarias son muy raras. Necesitamos que alguien nos saque del lugar ‘blando’ en el que nos hemos instalado y nos haga repetir decididamente nuestro ‘no’ al mal y a todo lo que lleva a la indiferencia”, advirtió.

“No al mal y a la indiferencia, sí al camino que nos hace progresar en la vida”, añadió el Papa.

El Catecismo describe la virtud cardinal de la fortaleza como “la virtud moral que asegura firmeza en las dificultades y constancia en la búsqueda del bien”. Francisco destacó cómo ese hábito operativo fortalece la decisión de resistir las tentaciones y superar los obstáculos en la vida moral, y permite vencer el miedo, incluso el miedo a la muerte, y afrontar las pruebas y persecuciones”.

«Es la más ‘combativa’ de las virtudes», afirmó el Papa, al recordar que la prudencia, está asociada principalmente a la razón del hombre, y que la justicia, encuentra su morada en la voluntad, mientras que esta tercera virtud, afirmó, «a menudo los autores escolásticos la vinculan con lo que los antiguos llamaban el ‘apetito irascible'».

El pensamiento antiguo, afirmó el Papa, no imaginaba a un hombre sin pasiones, ya que un ser así «sería una piedra».

Las pasiones no son necesariamente «el residuo de un pecado», dijo, pero, insistió, «hay que educarlas, canalizarlas, purificarlas con el agua del Bautismo, o mejor, con el fuego del Espíritu Santo».

«Un cristiano sin coraje, que no utiliza sus propias fuerzas para el bien, que no molesta a nadie», dijo el Papa Francisco, «es un cristiano inútil».

El Papa continuó observando cómo tanto los filósofos griegos como los teólogos cristianos reconocían en la virtud de la fortaleza un doble desarrollo, uno pasivo y otro activo.

Dentro de nosotros mismos
Pasando al aspecto más pasivo, el Papa abordó el tema de cuando la fortaleza se dirige hacia nuestro interior.

«Hay enemigos internos que debemos vencer, que se llaman ansiedad, angustia, miedo, culpa», dijo el Papa, refiriéndose a ellos como «todas las fuerzas que se agitan en nuestro interior y en algunas situaciones nos paralizan».

«¡Cuántos luchadores sucumben incluso antes de comenzar el desafío! La fortaleza es ante todo una victoria contra nosotros mismos», expresó.

La mayoría de los miedos que surgen dentro de nosotros, observó, no son realistas y, de todos modos, no terminan sucediendo. «Es mejor, entonces», dijo, «invocar al Espíritu Santo y afrontar todo con paciencia y fortaleza: un problema a la vez, según podamos, ¡pero no solos!».

«El Señor está con nosotros, si confiamos en Él y buscamos sinceramente el bien», aseguró el Santo Padre, afirmando que, «en cada situación, podemos contar con la providencia de Dios para protegernos y blindarnos».

Aspecto activo
El Papa destacó luego el segundo carácter «más activo» de la fortaleza.

Además de las pruebas internas, el Papa dijo que hay «enemigos externos», que son las pruebas de la vida, las persecuciones, las dificultades que no esperábamos y que nos sorprenden.

«En efecto», dijo, «podemos intentar predecir lo que nos sucederá, pero en gran medida la realidad está hecha de acontecimientos imponderables; y en este mar, a veces nuestro barco es sacudido por las olas. Entonces, la fortaleza nos hace marineros resilientes, que no se asustan ni se desaniman.»

La fortaleza, dijo, es una virtud fundamental, porque toma en serio el desafío del mal en el mundo.

El Papa Francisco concluyó orando: «Que Jesús y los ejemplos de los santos nos inspiren a redescubrir la fortaleza que, con la gracia de Dios, nos ayudará en nuestro esfuerzo diario”