Evangelio (Mt 7,6.12-14)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ‘No deis las cosas santas a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y al revolverse os despedacen.
Todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos: ésta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por ella.
¡Qué angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la Vida, y qué pocos son los que la encuentran!’
Comentario al Evangelio
Este Evangelio está dividido en tres frases. Para entender la primera de ellas, hay que fijarse en lo que la precede inmediatamente. Jesús acaba de decir a los apóstoles que no deben juzgar a los demás, “porque los juicios con que juzguéis se os juzgará” (Mt 7,2). Jesús muestra ahora, en una digresión, que hay una diferencia entre el juicio y el discernimiento.
El discípulo debe hacer apostolado con todos sin excepción. Pero algunos no sólo no escuchan, sino que ridiculizan el Evangelio y cometen blasfemias. Si alguien no tiene otro propósito que burlarse del Evangelio y mofarse de su enseñanza, dice Jesús, el discípulo puede usar su discernimiento y centrar sus energías con otros. No hay escasez de personas que necesitan escuchar el Evangelio.
El discernimiento es, en cierta medida, dado a cada cristiano, y permite al discípulo llegar a aquellos que serán más receptivos al mensaje de Nuestro Señor.
El Señor vuelve de su digresión, y en su segunda frase se refiere al punto principal de no juzgar a los demás, y muestra cómo encaja en un marco más amplio de ética, “todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos” (Mt 7,12).
La tercera y última frase, “entrad por la puerta angosta” (Mt 7,13) es una advertencia a los indiferentes de que la perdición es una posibilidad real, y al mismo tiempo es una invitación para sus discípulos. En palabras del Papa Francisco: “El Señor nos ofrece tantas ocasiones para salvarnos y entrar a través de la puerta de salvación. (…) Debemos aprovechar las ocasiones de salvación. Porque llegará el momento en que ‘el dueño de casa se levantará y cerrará la puerta’ (…). Nuestra vida no es un videojuego o una telenovela; nuestra vida es seria y el objetivo que hay que alcanzar es importante: la salvación eterna.” (Papa Francisco, Discurso del Ángelus, 21 de agosto de 2016).