Evangelio (Lc 12, 1-7)
En esto, habiéndose reunido una muchedumbre de miles de personas, hasta atropellarse unos a otros, comenzó a decir sobre todo a sus discípulos:
—Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay oculto que no sea descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. Porque cuanto hayáis dicho en la oscuridad será escuchado a la luz; cuanto hayáis hablado al oído bajo techo será pregonado sobre los terrados.
»A vosotros, amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después de esto no pueden hacer nada más. Os enseñaré a quién tenéis que temer: temed al que después de dar muerte tiene potestad para arrojar en el infierno. Sí, os digo: temed a éste. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno solo de ellos queda olvidado ante Dios. Aún más, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pajarillos.
Comentario
“Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. El Señor busca personas que luchen por ser coherentes, que procuren vivir en unidad de vida.
El dicho de Jesús recuerda a la alabanza que hizo a Natanael cuando se lo presentó Felipe: “Aquí tenéis a un verdadero israelita en quien no hay doblez” (Juan 1, 47)
A los que le escuchan y a nosotros nos ayuda a caminar cara a Dios: “nada hay oculto que no sea descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. Porque cuanto hayáis dicho en la oscuridad será escuchado a la luz; cuanto hayáis hablado al oído bajo techo será pregonado sobre los terrados”.
Espera Jesús de nosotros la sencillez del niño que se sabe delante de su padre y que no tiene nada que temer.
“¿No se venden cinco pajarillos por dos ases?… No tengáis miedo: valéis más que muchos pajarillos”.
Con esa sencillez hemos de caminar delante de Dios sin dejarnos engañar cuando el diablo trate de llevarnos por la senda de la hipocresía, del miedo, del disimulo cuando no hagamos bien las cosas.