Por AICA
El Papa Francisco se dirigió a los Hijos de la Caridad Canossianos y a los Hermanos Montfortianos de San Gabriel, reunidos para sus respectivos capítulos generales en el marco del aniversario del nacimiento de sus fundadores, la italiana Santa Magdalena de Canossa (nacida en 1774) y el francés San Luis María Grignion de Montfort (nacido en 1673).
Al presentar su discurso, el pontífice destacó cómo los capítulos generales son verdaderos momentos de sinodalidad y de gracia, “que deben vivirse, ante todo, en docilidad a la acción del Espíritu Santo”, recordando con gratitud el pasado, prestando atención al presente en la escucha mutua, leyendo los signos de los tiempos y mirando hacia el futuro con un corazón abierto y confiado.
“Pasado, presente y futuro confluyen en un Capítulo, para recordar, evaluar y avanzar en el desarrollo de la Congregación”, dijo.
No necesitamos bomberos, sino ardor ferviente
Luego, recordando el tema elegido para su capítulo general -“Quien no quema, no prende fuego”-, el Santo Padre instó a los canossianos a llevar a cabo con ferviente ardor su misión de servir a los pobres a través de la educación y la caridad: “Esto me pone triste -observó espontáneamente-: ver a religiosos y religiosas que se parecen más a bomberos, que a hombres y mujeres con ardor de provocar incendios”. “¡Por favor, no bomberos!: ya tenemos muchos”, agregó.
Abre tus brazos a los pobres, fijando tu mirada en el Crucifijo
Además, los animó a superar los nuevos desafíos a los que se enfrenta hoy su misión, fijando la mirada “en Jesús crucificado y en los ojos y las llagas de los pobres”, como hizo en su tiempo su fundadora.
“Santa Magdalena, dijo, les mostró cómo superar las dificultades: con la mirada puesta en el Crucifijo y los brazos abiertos a los más pequeños, a los pobres y a los enfermos, para cuidar, educar y servir con alegría y sencillez a nuestros hermanos”.
“Miren a Jesús Crucificado y miren los ojos y las llagas de los pobres, y verán que las respuestas irán penetrando poco a poco en sus corazones, con cada vez mayor claridad”.
Coraje y escucha
Dirigiéndose a los montfortianos de San Gabriel, Francisco se refirió al tema de su capítulo: “Escuchar y actuar con valentía”. El Papa destacó que estas dos actitudes exigen “humildad y fe, y reflejan bien el espíritu y la acción de sus cofundadores, san Luis María de Monfort y san Gabriel Deshayes, quienes, recordó, también “les dejaron un precioso tríptico como brújula para sus decisiones: ‘Sólo Dios’, la ‘Cruz’, tallada en el corazón, y ‘María’.
La diversidad en armonía es un regalo para compartir
Los Hermanos de San Gabriel cuentan con más de 1.000 miembros comprometidos en la asistencia pastoral, la promoción humana y social y la educación -especialmente para los ciegos y sordos-, en 34 países. Observando que su composición internacional ha enriquecido su instituto, el pontífice subrayó la importancia de la diversidad como un “don precioso” que debe compartirse: «La uniformidad en un instituto religioso, en una diócesis o en un grupo laico, mata», destacó, fuera del texto preparado de antemano. En cambio, “la diversidad en armonía conduce al crecimiento. “Quien crea la armonía entre las diversidades es el Espíritu Santo, que es el Maestro de la armonía”, observó.
El Sucesor de Pedro concluyó agradeciéndoles a todos su trabajo, recordándoles nuevamente que un capítulo general es un “acontecimiento familiar, pero también un evento de Iglesia y un hecho salvífico”.